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High Rise: lujo distópico

Podría decirse que estos son los mejores tiempos para las distopías sociales,…

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Foto: lacriticanyc.com
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Podría decirse que estos son los mejores tiempos para las distopías sociales, pero la verdad es que lo han sido siempre. Las diferencias que rigen el orden mundial no solo son establecidas por quienes mantienen el control, la naturaleza humana también influye. En medio de su interminable permanencia estos períodos de crisis han tenido tiempo de afinar su lenguaje metafórico para mostrarnos con éxito o no, las contradicciones del mundo en el que vivimos.

Foto: lwlies.com

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High Rise del director británico Ben Wheatley es muestra de ello. Basada en una novela de los años 70’s de J. G. Ballard, la película se sostiene solamente en una sofisticada reproducción visual de esa estética, porque su fondo resulta ruidoso, colorido, vacío y extravagante, atributos que le restan profundidad a su discurso. High Rise cuenta una historia que ya se había contado en Metrópolis (1927) donde un mundo estratificado resulta una metáfora de la lucha de clases. De igual modo, en la reciente Snowpiercer (2013) se repite la trama a través de un tren seccionado según sus viajeros.

Foto: imaginefilm.be

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Foto: ballardian.com

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En High Rise el modelo es un edificio en cuyo idílico pent-house habita su respetado creador. El laberinto de pisos también está dividido: los niveles inferiores son los más populares, mientras que los altos son pudientes. Así su protagonista, Tom Hiddleston, llega a ocupar su apartamento en el que conocerá un mundo lleno de ambiciones y prejuicios regido por una ley vitalicia: los de arriba no quieren que los de abajo llegue a ser ellos.

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