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Isaac Hernández: “He logrado ser profeta en mi tierra”

Era 30 de abril de 1990 llegó Isaac Eleazar a la familia…

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Isaac_Hernandez by Erik Sawaya
Isaac_Hernandez by Erik Sawaya

Isaac_Hernandez by Erik Sawaya

Era 30 de abril de 1990 llegó Isaac Eleazar a la familia concebida, en Guadalajara, por los bailarines Héctor Hernández y Laura Fernández, quienes criaron 10 hermanos -seis niños y cuatro niñas- que hicieron home school gracias a los buenos oficios de estos padres. Mientras Laura enseñaba las cátedras de Inglés, Español, Matemáticas, Ciencias Naturales y Geografía, Héctor se ocupada de Filosofía, Ciencias Sociales, y lo que luego se convertiría en la pasión de Isaac: el ballet.

Foto: Isaac Hernández 2016 by ©ERIKSAWAYA

Antes de que yo naciera, mis padres perdieron un hijo de seis meses de edad, estaban muy tristes. Por ello me llamaron Isaac, que significa ‘risa’ en hebreo; de hecho, dicen que les traje alegría…Entre los hermanos nos inventábamos apodos: kikis, cocos, kekel… realmente fueron ocurrencias de niños que se quedaron para toda la vida. Empezábamos el día con un licuado de verduras que no nos gustaba para nada, pero que nos teníamos que tomar. Después venía la clase de ballet, bañarnos y seguir con las demás materias. Eran sesiones muy largas y difíciles. 

Foto: Isaac Hernández 2016 by ©ERIKSAWAYA

 Isaac y sus nueves hermanos crecieron sin televisión en casa, una ausencia que permitió otras prácticas: Artes Marciales, Tiro Deportivo, Piano y Guitarra. A la hora del desayuno, el padre contaba las anécdotas de cuando fue bailarín en contra del prejuicio familiar y el hambre, salvando las distancias, una odisea digna de Billy Elliot. Cada jueves los hermanos improvisaban un escenario a base de tablas viejas y efectos de iluminación con papel celofán y presentaban lo aprendido en la semana.

Yo empecé a bailar en el patio de mi casa, literalmente ahí, con dos tablas de triplay y una barra. Donde se tendía la ropa, sin salón, sin espejos, sin nada, a la intemperie [/blockquote]

Isaac hacía un show de magia que apreciaban familiares y vecinos. Fueron los primeros aplausos, premonitorios de las ovaciones que en el futuro que recibiría Despertares, el espectáculo que actualmente produce junto a sus hermanos en los que se integran danza contemporánea, ballet clásico, jazz y tap.

Isaac Hernández by Erik Sawaya

Las de la infancia son memorias muy especiales, pues ahora que presentamos Despertares en el Auditorio Nacional, pienso que estas producciones, empezaron ahí, en el jardín de la casa de mis papás. Queríamos acercar las artes a las personas, que se consumiera como un entretenimiento cultural que aporta armonía a la sociedad.  

Foto: Alex Gouliaev

A pesar de que estudiábamos en casa, teníamos horarios, uniforme, reglas, calendarios de exámenes y mucha disciplina. Entendíamos que era por nuestro bien y que además era la única forma de lograr cosas extraordinarias cuando se nos presentara la oportunidad. Mis padres nos hicieron conscientes de que no tenían los recursos para todo lo que queríamos hacer, así que nos dijeron que debíamos trabajar con esa consciencia y conseguir becas con nuestros  propios méritos. 

Foto: Santiago Barreiro

Yo empecé a bailar en el patio de mi casa, literalmente ahí, con dos tablas de triplay y una barra. Donde se tendía la ropa, sin salón, sin espejos, sin nada, a la intemperie. Mi papá me decía que la práctica del mismo ejercicio durante mucho tiempo ayudaba a perfeccionarlo. 

Foto: cortesía Isaac Hernández

Mis padres me llamaron Isaac, que significa ‘risa’ en hebreo; de hecho, dicen que les traje alegría [/blockquote]

Y vaya que lo perfeccionó. Siendo aún un niño, Isaac, gracias a su talento, fue becado para estudiar en escuelas de la talla del Instituto Superior de Arte de Bordeaux, Francia, la Escuela Nacional de Cuba, en La Habana, el American Ballet Teather, de Nueva York, y, posteriormente, las que son consideradas las mejores del mundo, como la Ópera de París (es el primer mexicano en pertenecer a la misma), el Stuttgart Ballet, el Boston Ballet, el San Francisco Ballet, el National Ballet of Canada y Royal Ballet de Londres, entre otras compañías. De esa formación, aparte de logros, quedó el apodo que usa actualmente: Chapulo, el que usa en las redes sociales.

Foto: Benois de la Danse Prix by M.Logvinov

Si le escribiera una carta a aquel niño de siete u ocho años le diría que sea valiente, que vale la pena serlo. El carácter determina de alguna manera nuestro  destino. Es importante tener fortaleza mental para lograr nuestros sueños y ser feliz. Y también le diría que sea consciente desde esta temprana edad, que el ballet es una profesión difícil que demanda disciplina.

Después de que firmé mi contrato con el San Francisco Ballet, muchos de los bailarines me empezaron a decir ‘chapulin’  o ‘chapulo’, pues ellos relacionaban con el personaje del ‘Chapulín Colorado’ por el hecho de que yo era mexicano. Y así nació mi apodo ‘Chapulo’ entre los bailarines.  

Foto: RJ_Backstage by ERIK-SAWAYA

Creo que las personas al ver cada día más ballet, familiarizarse con él, sumado al acceso a las redes sociales, han ayudado a que cada día se vea con más apertura como una profesión artística digna [/blockquote]

Dice Isaac que justamente la disciplina es lo que lo ha hecho libre. También la que le ha permitido ocupar su lugar actual como bailarín principal del English National Ballet de Inglaterra y ostentar reconocimientos como el Prix Benois de la Danse 2018,  otorgado por la International Dance Association de Moscú, considerado el más importante para quienes practican el oficio.

Foto: cortesía Isaac Hernández

Cuenta que regresar a México siempre le llena de emoción y no es para menos; pisar suelo azteca remueve aquellas memorias de la infancia y de una adolescencia que, a pesar de las hormonas, fue ejemplar. A los 13 años recibe en su país el Premio Nacional de la Juventud, el anticipo de lo que luego serían 13 medallas internacionales.

Volver a su tierra es también reconciliarse con lo que antes era prejuicio en torno a un oficio del que se pensaba era “para niñas”, y que ahora se transforma en admiración y respeto. No gratuitamente Despertares, que convoca el jet set del ballet, ha sido sinónimo de sold out en el Auditorio Nacional de México.

Creo que las personas al ver cada día más ballet, familiarizarse con él, sumado al acceso a las redes sociales, han ayudado a que cada día se vea con más apertura como una profesión artística digna. También creo que los logros que he tenido, de trascendencia mundial, como mexicano, han hecho sentir orgullosos a muchos. Me siento contento por ello, pues al final de nuestras vidas, es importante trascender de una forma positiva, dejar un legado para las próximas generaciones. Digo con una gran gratitud que he logrado ser profeta en mi tierra. Es el resultado de muchos años de  trabajo incansable, de vivir con  propósito e integridad, de no perder la conciencia de que estamos en esta vida por un momento.

A pesar de su indetenible carrera, ya ha pensado en el retiro. Antes o después de hacerlo tiene en su bucket list producir eventos de la categoría del Creative Cities Summit y ser embajador de México en el mundo para consolidarse como un vínculo de crecimiento  y promoción cultural.

El ballet ha incrementado la conciencia sobre el valor del tiempo en mi vida. Más concretamente a amar el tiempo vivido con conciencia sobre mi  propia existencia[/blockquote]

Foto: Alex Gouliaev

Estoy consciente que hay un tiempo para bailar como bailarín profesional y que el retiro es inevitable. Por ello disfruto cada función al máximo. Al ser consciente de ello puedo imaginar mi vida sin los escenarios. Pero creo que, de una u otra forma, siempre estaré relacionado al ballet y a las industrias creativas. El ballet ha incrementado la conciencia sobre el valor del tiempo en mi vida. Más concretamente a amar el tiempo vivido con conciencia sobre mi  propia existencia.

 Isaac Hernández

 @Chapulo7