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Mid-century Modern y Caracas

La joven ciudad latinoamericana adormecida tras el telón del gomecismo comienza a…

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Villa Planchart, Gio Ponti. Foto: Ángela León Cervera
Vista nocturna de la Villa Planchart de Gio Ponti. Foto: Ángela León Cervera
Villa Planchart, Gio Ponti. Foto: Ángela León Cervera

Vista nocturna de la Villa Planchart de Gio Ponti. Foto: Ángela León Cervera

La joven ciudad latinoamericana adormecida tras el telón del gomecismo comienza a desempolvarse y su transición debe ser rápida, hay premura por ver florecer a Caracas como una promesa emergente del modernismo y el aporte de los arquitectos europeos es crucial para sustituir, paulatinamente, la enorme casona colonial por la ligereza de la Villa Moderna.

Talento proveniente de Europa

Influenciados por el trabajo que Mies van der Rohe y Alvar Aalto habían iniciado en Europa, los arquitectos Guillermo Federico Beckhoff, Nigra Montini y Gio Ponti, fueron los encargados de fundar la piedra angular sobre la cual se sustentaría el desarrollo de la nueva vivienda de élite caraqueña, casas de líneas impecables que tendrían como principal desafío integrarse con las líneas geográficas de la capital venezolana.

Diseñar de cara al paisaje

La topofilia, o la relación con el paisaje, fue un principio que algunos de los arquitectos que participaron de aquella Caracas Moderna supieron leer muy bien. Asimilando la interpretación que los paisajistas del Círculo de Bellas Artes hicieron a través de la pintura de la majestuosidad del Ávila, como relieve irrenunciable del perfil caraqueño, los diseñadores de las nuevas viviendas establecieron un vínculo; una visual con la montaña y los volúmenes del valle.

Villa Monzeglio de Nigra Montini

Dos vistas de Villa Monzeglio de Nigra Montini. Fuente: Pinterest.

Basta estudiar el trabajo que Nigra Montini hizo en la Villa Monzeglio (1953) para comprender perfectamente de qué va ese asunto de “componer con el Ávila”. El italiano que se atrevió a desafiar la gravedad de las colinas de Bello Monte, trazó el volado más prominente de la vivienda que diseñó para Orestes Monzeglio de cara al norte, perpendicular a la montaña.

Pero no sería Montini el único en comprender ese rasgo caraqueño, Beckhoff en la desaparecida Quinta Yolanda (1940) se adelantó a muchos otros arquitectos al ser uno de los pioneros de la Villa Moderna, y Gio Ponti llevó esta inquietud a su máxima expresión con proyectos como la Villa Arreaza, también conocida como La Diamantina.

Villa Arreaza de Gio Ponti

Interior de la Villa Arreaza. Fuente: Domus. Fotógrafo: Paolo Gasparini.

Volúmenes que saludan a la montaña

La Diamantina fue una promesa que solo permanece en los anales de la arquitectura moderna caraqueña. Del proyecto que Gio Ponti desarrolló para la familia Arreaza en 1954 no queda nada, salvo fotografías y el recuerdo de una época de esplendor.

Tal y como lo hizo en muchos otros proyectos (basta mencionar la Villa Planchart, también en Caracas y aún en pie, por fortuna), el milanés tuvo una comprensión muy generosa de la topografía del valle, y de su principal protagonista: El Ávila.

Ubicada al norte de la ciudad, la Villa Arreaza estaba dotada de toda la genialidad de Ponti, que no solo se encargó del trazado arquitectónico, concibió para este proyecto, tal y como lo hizo otras tantas veces, un concepto generador que supo plasmar en cada pieza de diseño industrial, partiendo de las posibilidades que supo extraer de la figura romboidal como módulo base, propiciando texturas para revestimientos, tapicería, además de objetos decorativos.

Mesa de café de Gio Ponti

Mesa de café diseñada por Gio Ponti para Villa Arreaza. Fuente: Pinterest.

La apertura de uno de los volúmenes del techo de cara al Ávila era uno de los rasgos más distintivos de La Diamantina. Como un ciclorama natural, con el principio de la profundidad de campo como aval del concepto, esta ranura vidriada flanqueaba el corredor de la vivienda, dotándola de iluminación y enalteciendo el paisaje.

La Villa Arreaza, decorada en armonía de azules, pieza clave del modernismo caraqueño, una de las pocas obras de Ponti fuera de los límites de su Italia natal, hoy en día el recuerdo nostálgico de la Caracas que fue.