Diet

La promesa del aceite de oliva puro

Hasta ahora nadie ha podido refutar la importancia que tiene para el…

Por:
brightland-olive-oil-1
Brightland es un aceite de oliva que pasa por un riguroso proceso artesanal sin jamás ver la luz de un laboratorio. Foto: Brightland

Brightland es un aceite de oliva que pasa por un riguroso proceso artesanal sin jamás ver la luz de un laboratorio. Foto: Brightland

Hasta ahora nadie ha podido refutar la importancia que tiene para el ser humano una buena alimentación, ya que es el primer eslabón hacia una salud duradera y también el punto de partida para hacer realidad cualquier sueño, o en un plano más concreto, darle forma a una meta.

Dentro de ese universo,  a favor del buen comer, y con la idea de promover el consumo de un producto de óptima calidad, surge la marca estadounidense Brightland, fundada por la artesana Aishwarya Iyer y su esposo.

Los aceites de oliva de Brightland vienen de árboles con más de mil años de existencia, procesados por técnicas ancestrales y naturalistas. El resultado final tiene como premisa aderezar todas las comidas basados en el valor que tienen para la alimentación los elementos naturales, sin aditivos, ideales para acompañar suculentos desayunos, almuerzos, cenas o aperitivos.

Un 70% de los aceites de oliva en Estados Unidos no cumplen con los requisitos mínimos para ser aceite de oliva extra virgen. Foto: Brightland

Muchos de sus productos pueden ser personalizados pero siempre con la más alta calidad. Foto: Brightland

Para conquistar el mundo, el primer paso es una alimentación sana. Foto: Brightland

Todo comenzó cuando Iyer y su pareja comenzaron a asistir a clases de cocina. Sucesivamente se dieron cuenta de las muchas fallas que encontraban en su dieta diaria, empezando, justamente, por el aceite de oliva que consumían. Tras una rigurosa investigación, llegaron a la conclusión de que la mayoría de estos productos en Estados Unidos no cumplían con los requisitos mínimos para un verdadero líquido “extra virgen”. Eso sin mencionar que la pareja comprobó que muchos de los que se ofrecían en el mercado se combinaban con otros de distinto valor nutricional como el aceite de soya, de girasol, palma o canola. Al percatarse de su hallazgo se les ocurrió una solución simple y prudente: producir su propio aceite de oliva, con la pureza como premisa.

Fue así como a mediados de este año, Iyer consiguió convertirse (sin mayor experiencia culinaria) en la CEO de una compañía de aceites de oliva artesanales, en la que el elemento final es una limpia botella blanca con la promesa de contener un producto puro. Sus artesanos ofrecen la opción de ser personalizados al gusto del comensal, procurando cumplir con la calidad que promueven y con toda la sensatez que una alimentación sana requiere. Así, dos consumidores, conscientes de la importancia de una nutrición adecuada, se convirtieron en dos productores de lo que ellos mismos llevaban a su mesa. He ahí una garantía.

brightland.co

@wearebrightland